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FORO LIBER@L

europa ¿si? o ¿no?

PROPUESTAS A FAVOR DEL NO

Foro Liber@l "Ciudadanos por una democracia activa". Hace suyas las razones a favor del NO en el próximo referendum, suscritas por las diversas bitácoras de red liberal, que se pueden consultar en esta página: No a la Constitución Europea

¿Homosexuales y heterosexuales?

¿Tiene sentido llamar a unos homosexuales y a otros heterosexuales? Una carta al director de un diario me hizo abrir los ojos hace unos días, cuando un lector decía que le irritaba profundamente que le dijesen que es heterosexual, o que le forzasen a definirse como tal.

Su argumento era impecable: las cosas y situaciones normales no necesitan calificativos para describirse o explicarse. Es decir, el que no es homosexual no precisa decir que es heterosexual, porque ésa, le guste o no a los gurús del poder gay, es la situación normal del ser humano. Sí, normal desde el punto de vista de la fisiología, de la sexualidad, de la reproducción, y probablemente hasta de la psicología.

¿Los otro? Pues tanto da que lo llamemos desviación, afición, orientación, aberración, opción, vicio, enfermedad,... cada cual que escoja el término que más le cuadre. En lo que a mí respecta, no me afecta en absoluto que la gente entretenga sus soledades con seres de su mismo sexo, o del contrario, o con mascotas, o que su orientación se encamine por la vía que separa el placer del dolor. Pero los que no nos dedicamos a aquellas aficiones que se salen de lo "natural" (o al menos no hacemos bandera de ello) no tenemos porqué calificarnos de heterosexuales. No es necesario. De la misma manera que hay gente miope, y a los demás no les llamamos "no miopes".

Voy a A Coruña

Voy a A Coruña La frase que da título a este artículo va, evidentemente, contra el sentido idiomático más elemental. Pero resulta posible con las normas administrativas hay en vigor. De hecho, este verano he oído una frase equivalente en la radio: "El ministro X se dirigió a A Coruña". Por supuesto, la locutora abrevió y dijo "a Coruña", no sísi con preposición o con artículo; en cualquiera de los dos casos se comporta incorrectamente:si eliminó el artículo gallego, actuó contra el lenguaje administrativo, si suprimió la preposición, actuó contra la gramática castellana. El texto que ella leía debía de contener ambos elementos, y si no, era asimismo incorrecto. Por vía de la caricatura, el ejemplo ilustra el absurdo al que estamos llegando en materia idiomática.

La distinción entre "Y" y "LL" ha desaparecido en castellano para la mayoria de los hablantes. Pues bien, las normas administrativas obligan, o impelen, a decir y a escribir Lleida (al menos en los medios de comunicación), esto es, Yeida, lo cual ni es catalán, donde el fonema "LL" está plenamente en uso, ni es castellano, donde esa palabra no existe y la verdadera es Lérida, que es la derivación popular del originario Ilerda; Lleida es la dericación popular catalana. Destaco lo de popular: la lengua no la hace nadie en particular, como la lingüística ha enseñado hasta la saciedad; la lengua es un código establecido por todos los hablantes de un idioma a través de los siglos: los catalanohablantes, el catalán: los castellanohablantes el castellano y así sucesivamente.

¿Tiene derecho la Administración a modificar lo que constituye un uso establecido por la secular voluntad popular? Parece más que dudoso. Desde luego, Cataluña está legitimada para usar los topónimos catalanes: Lleida, Girona, Figueres, etcétera. Pero es indicutible que Cataluña que es bilingüe, según reflejan todoas las encuestas, deba renunciar al uso administrativo de la toponimia castellana, que forma también parte de su historia.
Esto último nos lleva al centro de la cuestión, El castellano no domina hay el territoria español como consecuencia de la expansión militar o imperial. Su cargo dominante dereva de que en un mmomento dado, durante la Edad Media, se convirtió en lengua franca - como hay el inglés en el mundo- de quienes no sabían latín y hablaban vasco, aragonés y catalán y se sirivieron de una coiné vasco-castellana-navarro-aragonesa como instrumento de intercomunicación

Por ahí surgió su expansión, como han acreditado recientemente los estudios más solventes; de hecho, los documentos la llaman "lengua vulgar"

Por eso, al comanzar el siglo XVI, cuando aún no se habían producido agravios políticos de ningún tipo (las leyes de Fellipe V, que son centralistas y ajenas a la tradición española), el castellano era lengua de todas las Españas - de todas, no de una; hace bastante tiempo que se conoce la pluralidad nacional, la cual dista mucho de ser un invento del irredentismo.
Si no se entiende esta realidad no se entiende nada y caemos en las trampoas de lo políticamente incorrecto, que es lo que está sucediendo con los usos de hoy. Resulta cómico oír a un locutor castellanohablante decir Yirona, que no se pronuncia así en catalán, donde la "ge" suena como prepalatal, o pronunciar A Coruña (topónimo dudosamente gallego, por cierto). Sólo la corrección política, hecha en este caso de consensos y complejos, explica el dislate de que a nadie se le ocurra decir Paguís, y sin embargo, voceen Yeida las radios y televisiones. Quienes no hemos nacido ayer no incurriremos,seguramente, en semejante cursilería, salvo que nos obliguen a hacerlo, pero los más jovenes acabarán profiriendo Yeido, Yirona, A Coruña, Ourense. Los más jóvenes y, quizá también, los más incultos.
A los catalano-hablantes cultos que he tratado, y son muchos, nunca les he escuchado en castellano los topónimos catalanes, que reservan, como es lo adecuado, para cuando hablan en catalán.

Se trata, en definitiva, de respetar las lenguas, tanto la castellana cmo la catalana y la gallega y cmo cualquier otra; se trata de no encarcelar o poner sordina a realidades que sobrevuelan las veleidades administrativas. A ningún parlamentario español se le ocurriría pretender imponer en Estrasburgo (no Estrabourg) el topónimo castellano Sevilla frente al legítimo francés Seville. Sería absurdo ¿verdad? Pues nosotros estamos en el absurdo.

Miguel García Posadas.

La familia y la manipulación del idioma

La familia y la manipulación del idioma "LA MAYORÍA DE LOS PAÍSES SE DECANTAN AÚN POR LA FAMILIA TRADICIONAL"
El titular de esta noticia aparece en las páginas de sociedad del diario El Pais del 30 de junio. Sin entrar a valorar la noticia, lo que realmente llama la atenciaón es el "aún" del titular. Aún es un adverbio de tiempo que viene a querer afirmar que es un proceso que va a cambiar o que está en trámites de cambiar. Parece, por tanto, que el titular lo que más quiere significar es que se está en un proceso de destruccíón de la familia tradicional puesto que se podrá haber titulado de esta manera: "La mayoría de los países siguen prefiriendo la familia tradicional", indicando de esa manera una sensación de permanencia y seguridad en la institución y no anticipándole un fin próximo.

Todo esto viene por la indisimulada labor de zapa de la progresía sobre la familia.
No logro llegar a comprender la razón última de tal interés. Podríamos pensar en una insana manía anticlerical de tal manera que si se lucha contra la familia, lugar básico de la formación educativa de la sociedad, se podrá luchar contra la Iglesia, su principal defensora. Por otro lado, teniendo en cuenta los muchísimos casos ocurridos en los países comunistas, y reflejados coerteramente en la obra de Orwell, "1984", en la desnaturalilzación de los hijos respecto a los padres llegando incluso a la delación en caso de un supuesto delito al régimen. Lo que se trata es de elimar el vínculo familiar como centro de diferencia de la sociedad debido a la herencia. Este hecho, la herencia, es el punto de partida de la crítica marxista a la libertad del hombre. Un padre trabaja para él y para dejar a sus herederos aquello que ha logrado en sus vida. Si el vínculo familiar desaparece, la herencia pierde su labor diferenciadora de origen ya que aquellos que antes tenían interés por obtener cosas que dejar a sus hijos, acabarían consumiento sus pertenencias y no añadirían esas ganancias a su muerte al patrimonio de sus hijos dotándoles de mayores posibilidades que los que no lo hayan hecho.

Quizás, la reflexión es un poco alambicada y demasiado ... florentina. Pero tal manía por la famillia, tal y como se ha entendido desde milenios, con variedades culturales, pero siempre entendido como el marco ideal para la educación de los hijos y la permanencia de las relaciones hombre-mujer, no sólo para la procreación sino como vínculo de unión más allá de los hijos, me causa constantes inquietudes.
Equiparación de las parejas homosexuales en derechos a las parejas hetero, llamar matrimonio a dicha unión, ignorar la importancia de hacer discriminacion positiva, eso tan de moda con los socialistas y su ley de "el hombre=presunto culpable de malos tratos", a favor de las parejas reproductivas, la propia ley de amlos tratos, donde la relación de pareja está bajo sospecha. El caso de la adopción por parte de los homosexuales en igualdad de condiciones que las parejas normales... Todo ello no parece, ciertamente que sea un intento de preservar a la familia sino, mas bien, todo lo contrario. Los valores familiares incomodan a alguíen y no acabo de entender porqué.

Nacionalismo moderado

Otra de las deformaciones del lenguaje que tradicionalmente damos por buena sin el menor espíritu crítico es la que se refiere a la definición de las ideologías y las posiciones políticas. Así, por ejemplo, venimos aceptando que se califique al Partido Nacionalista Vasco o a Eusko Arkartasuna como “nacionalismo moderado”.

Uno no puede por menos que preguntarse cómo será el nacionalismo radical, cuando el moderado es el que reclama directamente la independencia. Y en la respuesta a esta pregunta tenemos precisamente el origen de la deformación: ETA ha sido considerada el nacionalismo radical, y por contraste los mencionados PNV y EA son los moderados.

Ahí es donde afloran todos los vicios que durante décadas han permitido la subsistencia del terror en el País Vasco: en efecto, durante lustros ETA ha sido considerada como nacionalismo radical, no como terrorismo o delincuencia en estado puro. Y esa percepción persiste aún hoy en muchas mentes, algunas de ellas periodísticas.

No hay nacionalismo moderado: el nacionalismo siempre aspira al máximo, que es la independencia, y ahí no cabe moderación alguna. La única distinción posible entre nacionalismos diversos está entre los que están dispuestos a respetar las reglas del juego y los que creen que las leyes no son sino instrumentos que utilizar en la persecución de su objetivo final.