PREPARADOS PARA LA GRAN FARSA
El día 30 de septiembre se votará en el parlamento catalán el proyecto de reforma del estatuto. Ya sabemos a estas alturas, al menos quienes nos hemos molestado en leer el texto y asistir a las escasísimas conferencias disidentes que se han ofrecido en Barcelona, que ni es reforma, ni es estatuto. Es una constitución en toda regla, que abre todas las vías para una futura, sencilla y plácida secesión de Cataluña.
Lo más alucinante, además de la pasmosa aceptación anunciada por el presidente del gobierno de España, es el papel de los partidos catalanes en estas semanas. Los partidos nacionalistas llevan semanas discutiendo conceptos inextricables para el ciudadano, como el blindaje de competencias frente a cualquier futura injerencia del parlamento de España, unos supuestos derechos históricos y unas facultades no ya exclusivas, sino excluyentes. Todo ello con el telón de fondo de la financiación, con la pretensión indisimulada de CiU de llegar a una situación de concierto similar al vasco.
Los partidos nacionalistas están mostrando un olímpico desprecio por esa Cataluña, por ese pueblo catalán con cuya defensa se llenan la boca. Todo se reduce a un mero cálculo de las consecuencias electorales que pueda tener para unos y otros el hipotético fracaso, en Barcelona o en Madrid, del engendro estatutario socialnacionalista. Cómo si no pueden entenderse los contactos secretos (¿o eran discretos?) entre Mas y Rodríguez: el líder del partido nacionalista por excelencia se desplaza a Madrid para ... ¿para qué? ¿para recibir instrucciones del gobierno del estado que según ellos les oprime, para pactar con el presidente un apoyo parlamentario si los traidores natos de ERC se ponen demasiado pesados?
El día 30 asistiremos a una gran farsa, sea cual sea el resultado. Un miserable teatrillo que no tendrá más objetivo que tomar las mejores posiciones para la próxima confrontación electoral. Todo es maniobra y manipulación de cara a la consecución del poder en las próximas elecciones autonómicas. Personalmente creo que el estatuto se aprobará, y que la votación concluirá con los diputados puestos en pie y entonando enfervorizados el himno catalán, orgullosos de haber lanzado a Madrid el órdago más importante que la democracia española haya recibido jamás.
¿Y el PP? Parece una situación idónea para hacerse un hueco, aunque fuese sin más programa que el sentido común, la honestidad y la denuncia de la inmensa estafa que toda esta historia supone, sobre todo para los ciudadanos catalanes. Y sin embargo, algunas encuestas pronostican incluso su salida del parlamento en las próximas autonómicas. Son muchos los comentaristas que en estas últimas semanas opinan que el líder del PP debería frecuentar más tierras catalanas. Lo cual, sin dejar de ser cierto, no sería tan necesario si los líderes del PP catalán cumpliesen con su obligación. Pero en cualquier caso, es un poco tarde para eso. Nadie sabe lo que piensa realmente el PP catalán, y eso es letal ante el electorado.
Germont
Lo más alucinante, además de la pasmosa aceptación anunciada por el presidente del gobierno de España, es el papel de los partidos catalanes en estas semanas. Los partidos nacionalistas llevan semanas discutiendo conceptos inextricables para el ciudadano, como el blindaje de competencias frente a cualquier futura injerencia del parlamento de España, unos supuestos derechos históricos y unas facultades no ya exclusivas, sino excluyentes. Todo ello con el telón de fondo de la financiación, con la pretensión indisimulada de CiU de llegar a una situación de concierto similar al vasco.
Los partidos nacionalistas están mostrando un olímpico desprecio por esa Cataluña, por ese pueblo catalán con cuya defensa se llenan la boca. Todo se reduce a un mero cálculo de las consecuencias electorales que pueda tener para unos y otros el hipotético fracaso, en Barcelona o en Madrid, del engendro estatutario socialnacionalista. Cómo si no pueden entenderse los contactos secretos (¿o eran discretos?) entre Mas y Rodríguez: el líder del partido nacionalista por excelencia se desplaza a Madrid para ... ¿para qué? ¿para recibir instrucciones del gobierno del estado que según ellos les oprime, para pactar con el presidente un apoyo parlamentario si los traidores natos de ERC se ponen demasiado pesados?
El día 30 asistiremos a una gran farsa, sea cual sea el resultado. Un miserable teatrillo que no tendrá más objetivo que tomar las mejores posiciones para la próxima confrontación electoral. Todo es maniobra y manipulación de cara a la consecución del poder en las próximas elecciones autonómicas. Personalmente creo que el estatuto se aprobará, y que la votación concluirá con los diputados puestos en pie y entonando enfervorizados el himno catalán, orgullosos de haber lanzado a Madrid el órdago más importante que la democracia española haya recibido jamás.
¿Y el PP? Parece una situación idónea para hacerse un hueco, aunque fuese sin más programa que el sentido común, la honestidad y la denuncia de la inmensa estafa que toda esta historia supone, sobre todo para los ciudadanos catalanes. Y sin embargo, algunas encuestas pronostican incluso su salida del parlamento en las próximas autonómicas. Son muchos los comentaristas que en estas últimas semanas opinan que el líder del PP debería frecuentar más tierras catalanas. Lo cual, sin dejar de ser cierto, no sería tan necesario si los líderes del PP catalán cumpliesen con su obligación. Pero en cualquier caso, es un poco tarde para eso. Nadie sabe lo que piensa realmente el PP catalán, y eso es letal ante el electorado.
Germont
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