PASANDO FACTURA
Sectarios, miserables, prepotentes, cínicos, cobardes, vengativos, rencorosos. Estos calificativos, y unos cuantos más que por escrito quedan francamente mal, son los que sugiere la decisión del gobierno de no conceder fondos públicos a la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
La Asociación que preside Francisco José Alcaraz se ha constituido en los últimos tiempos, contra su voluntad, en referente ético frente a la política indigna de un gobierno que ha claudicado de su responsabilidad para conseguir, a cualquier precio, establecer un mecanismo de precisión que tiene un único objetivo: impedir a toda costa que el Partido Popular vuelva al poder. La aritmética parlamentaria es la que es, y los estrategas del PSOE serán cualquier cosa menos tontos: si se margina al PP en una serie de comunidades autónomas clave, potenciando a los partidos nacionalistas, y al mismo tiempo se mantienen los graneros tradicionales de votos de izquierda, el gobierno está asegurado. Que los partidos nacionalistas aprovechen esta circunstancia para exigir más, y más, y más, poco importa a quienes tienen una altura de miras semejante a la que pueda disfrutar una rata.
El diseño está encajando con precisión diabólica: el PP está en vías de extinción en Cataluña; en el País Vasco se consumará en breve su exclusión de cualquier ámbito de poder, merced a la colaboración ya anunciada de socialistas y nacionalistas en Vitoria, y también en la vecina Navarra; en Galicia ya se ha consumado la consolidación de un partido nacionalista, posibilidad hasta hace unos años risible por absurda; Andalucía y Extremadura no parece que vayan a cambiar de dueño en breve; y quizá el único escollo a la vista haya surgido en Castilla La Mancha debido a la desastrosa gestión del incendio de Guadalajara (aún así, la telaraña clientelar tejida durante años por Bono, y su constante presencia mediática, difícilmente permitirán un vuelco).
En este escenario el País Vasco juega un papel determinante, y el precio que los nacionalistas imponen alcanza en esta ocasión niveles de humillación pública, o de abierta traición: el triunfo de los asesinos, su impunidad. Y ahí es donde la AVT se convierte en obstáculo a abatir. La memoria de las víctimas es un constante estorbo que recuerda las atrocidades que nos han conducido a la apoteosis nacionalista, al modo en que el espectro del padre de Hamlet impedía pasar página sobre las circunstancias que permitieron coronar al nuevo rey. De ahí que sea imprescindible su desactivación. Y para eso vale todo: auspiciar una asociación paralela, aunque sea aprovechando (¿otra vez?) una tragedia como el 11M, magnificando las inevitables rencillas internas de cualquier entidad, y ahora negándole los fondos públicos para su subsistencia. El gobierno vasco puede impunemente financiar con nuestros impuestos a los familiares de etarras y, en consecuencia, a estos. Pero el gobierno de España
castiga a las víctimas negándoles la subvención solicitada.
Al principio pensaba que este gobierno era peligroso. Ahora sé que lo es, pero además es sectario, miserable, prepotente, cínico, cobarde, vengativo y rencoroso. Y traidor.
GERMONT, Miembro de FORO LIBER@L
La Asociación que preside Francisco José Alcaraz se ha constituido en los últimos tiempos, contra su voluntad, en referente ético frente a la política indigna de un gobierno que ha claudicado de su responsabilidad para conseguir, a cualquier precio, establecer un mecanismo de precisión que tiene un único objetivo: impedir a toda costa que el Partido Popular vuelva al poder. La aritmética parlamentaria es la que es, y los estrategas del PSOE serán cualquier cosa menos tontos: si se margina al PP en una serie de comunidades autónomas clave, potenciando a los partidos nacionalistas, y al mismo tiempo se mantienen los graneros tradicionales de votos de izquierda, el gobierno está asegurado. Que los partidos nacionalistas aprovechen esta circunstancia para exigir más, y más, y más, poco importa a quienes tienen una altura de miras semejante a la que pueda disfrutar una rata.
El diseño está encajando con precisión diabólica: el PP está en vías de extinción en Cataluña; en el País Vasco se consumará en breve su exclusión de cualquier ámbito de poder, merced a la colaboración ya anunciada de socialistas y nacionalistas en Vitoria, y también en la vecina Navarra; en Galicia ya se ha consumado la consolidación de un partido nacionalista, posibilidad hasta hace unos años risible por absurda; Andalucía y Extremadura no parece que vayan a cambiar de dueño en breve; y quizá el único escollo a la vista haya surgido en Castilla La Mancha debido a la desastrosa gestión del incendio de Guadalajara (aún así, la telaraña clientelar tejida durante años por Bono, y su constante presencia mediática, difícilmente permitirán un vuelco).
En este escenario el País Vasco juega un papel determinante, y el precio que los nacionalistas imponen alcanza en esta ocasión niveles de humillación pública, o de abierta traición: el triunfo de los asesinos, su impunidad. Y ahí es donde la AVT se convierte en obstáculo a abatir. La memoria de las víctimas es un constante estorbo que recuerda las atrocidades que nos han conducido a la apoteosis nacionalista, al modo en que el espectro del padre de Hamlet impedía pasar página sobre las circunstancias que permitieron coronar al nuevo rey. De ahí que sea imprescindible su desactivación. Y para eso vale todo: auspiciar una asociación paralela, aunque sea aprovechando (¿otra vez?) una tragedia como el 11M, magnificando las inevitables rencillas internas de cualquier entidad, y ahora negándole los fondos públicos para su subsistencia. El gobierno vasco puede impunemente financiar con nuestros impuestos a los familiares de etarras y, en consecuencia, a estos. Pero el gobierno de España
castiga a las víctimas negándoles la subvención solicitada.
Al principio pensaba que este gobierno era peligroso. Ahora sé que lo es, pero además es sectario, miserable, prepotente, cínico, cobarde, vengativo y rencoroso. Y traidor.
GERMONT, Miembro de FORO LIBER@L
1 comentario
Hypsicratea -
La Manjón se debe estar frotando las manos, menudo trozo de pastel le ha tocado.