CAJAS Y OPAS
Personalmente el asunto de la OPA de La Caixa me repele sin necesidad de contemplar sus consecuencias políticas y de facto.
Sin ser un banquero ni tener nada que ver con el mundo financiero sí, padecerlo- hace multitud de años que me pregunto qué hacen las Cajas en un sistema económico que se supone libre. Sus ventajas fiscales y de transparencia convertida en opacidad no dejan de ser insultantes en un mercado del dinero.
Así no es de extrañar que el Presidente de la CECA (Confederación de Cajas de Ahorro)- se alarme porque los Bancos hayan entrado a competir en su mercado de la Obra Social, pues ésta, y sólo ésta, es la que justifica el nacimiento de las Cajas y su ventajosa legislación.
Surge la antigua pregunta: ¿es lícita la entrada de las Cajas en el mundo de la producción frente a los Bancos? Respuesta difusa pues puede ser afirmativa en el caso de mantener unos puestos de trabajo.
Como conocedor de lo que es mi lugareña Caja repito lo que nos dice Juan A. Granados en su El fuero y el dinero... nada tiene que ver la economía privada de Juan Pueblo con los fueros o con los hechos diferenciales, que son formas de administración y gobierno, la diferencia de amparo económico entre españoles es otra cosa, es pura discriminación y culto al privilegio. Esta frase fue la que me hizo comparar los fueros recordados por Juan con el de las Cajas, pues no son más que eso: fueros.
Pues de fueros se trata; he conocido bien su funcionamiento; he conocido y padecido su influencia tanto positiva como negativa, y... me parece injustificable. Si siempre me lo pareció, es superior desde que han sido intervenidas por el poder político. La simpleza de sus consejeros, a veces, es rayana con la más elevada estulticia con nombre y apellidos.
¿Cómo pueden seguir funcionando así?; ningún misterio: opacidad y tratamientos legales preferentes y antiliberales. Nuestra regional Caja (por cierto, ¿hay alguna Caja que sea auténticamente regional?) ha bajado en el ranking financiero; méritos ha hecho; un Director de una de sus agencias te puede dejar desconcertado cuando te ofrece un producto y compruebas que su información no supera la del folleto que te entrega, pero mal leído; ¡imposible en el mundo bancario! Luego te enteras que es cuñado del primo-hermano de la querida de un importante Jefe (es un supuesto, ¡claro!, pero no lejano a la realidad).
¿Dónde está su rentabilidad y su poder?
¡Clarísimo: en una legislación claramente antiliberal! (podría ser justificada si su oferta de créditos fuera menos onerosa que la bancaria y ¡¡¡ya es justificar!!!).
¿Su obra social?... se queda reducida legalmente a aportar el 50% de sus beneficios a Reservas. Carallo, y ¿el resto?.. Su rentabilidad tras impuestos es, de per se, un 23% superior a la Banca.
Algo cruje cuando esas ventajas no tienen una clara justificación social. ¡Clara, pero que muy clara!
Los eufemismos del Presidente de la CECA para que se les permita competir en igualdad de condiciones (¡qué cinismo!) con los Bancos, son razonables siempre que lo hagan con igual legislación.
Pero la espuria incidencia del tratamiento legal de unos y otros es lo que da lugar a tanta perturbación en el mundo empresarial, vital para una nación: el de la producción (algo que hasta los políticos olvidan).
Nacidas con la amortización de Mendizábal como Montes de Piedad (¡buen adjetivo!) se creó una red justificada en tiempos en los que nadie hacía nada y menos el Estado.
Su actual competencia con el mundo financiero es ventajista y subsidiaria del mundo legislativo (político, naturalmente).
En el año 2004 las entidades componentes de la CECA tuvieron unos beneficios tras impuestos de aproximadamente 4.200 millones de euros (unos setecientos mil millones de pesetas). ¿Es lícito que lo reinviertan en el mundo industrial sometido a las reglas de la competencia, sin más explicaciones (para lo positivo y para lo negativo)?, o ¿deberían hacerlo en Obra Social?
Ahí queda la pregunta: ¿es obra social que la Caixa se hiciera con el poder de Gas Natural, y ahora pretenda hacerlo con Endesa?
No, naturalmente, NO.
Pero supongamos que sí lo es; cabe otra pregunta: con un objetivo social ¿se puede invadir otros terrenos con manifiesta hostilidad? ¿Es la hostilidad una función social?
Está claro que una Caja, con su componente social, si aprecia que crea disfunciones sociales, su obligación es retirarse. Lo demás sólo puede ser interpretado como ansia de poder; pero no de la institución, sino de sus directivos y consejeros.
En palabras más simples: la legislación debería impedir a las Cajas el mercadeo de OPAs hostiles en cualquier circunstancia en las que no se justifique claramente un bien social.
Sin ser un banquero ni tener nada que ver con el mundo financiero sí, padecerlo- hace multitud de años que me pregunto qué hacen las Cajas en un sistema económico que se supone libre. Sus ventajas fiscales y de transparencia convertida en opacidad no dejan de ser insultantes en un mercado del dinero.
Así no es de extrañar que el Presidente de la CECA (Confederación de Cajas de Ahorro)- se alarme porque los Bancos hayan entrado a competir en su mercado de la Obra Social, pues ésta, y sólo ésta, es la que justifica el nacimiento de las Cajas y su ventajosa legislación.
Surge la antigua pregunta: ¿es lícita la entrada de las Cajas en el mundo de la producción frente a los Bancos? Respuesta difusa pues puede ser afirmativa en el caso de mantener unos puestos de trabajo.
Como conocedor de lo que es mi lugareña Caja repito lo que nos dice Juan A. Granados en su El fuero y el dinero... nada tiene que ver la economía privada de Juan Pueblo con los fueros o con los hechos diferenciales, que son formas de administración y gobierno, la diferencia de amparo económico entre españoles es otra cosa, es pura discriminación y culto al privilegio. Esta frase fue la que me hizo comparar los fueros recordados por Juan con el de las Cajas, pues no son más que eso: fueros.
Pues de fueros se trata; he conocido bien su funcionamiento; he conocido y padecido su influencia tanto positiva como negativa, y... me parece injustificable. Si siempre me lo pareció, es superior desde que han sido intervenidas por el poder político. La simpleza de sus consejeros, a veces, es rayana con la más elevada estulticia con nombre y apellidos.
¿Cómo pueden seguir funcionando así?; ningún misterio: opacidad y tratamientos legales preferentes y antiliberales. Nuestra regional Caja (por cierto, ¿hay alguna Caja que sea auténticamente regional?) ha bajado en el ranking financiero; méritos ha hecho; un Director de una de sus agencias te puede dejar desconcertado cuando te ofrece un producto y compruebas que su información no supera la del folleto que te entrega, pero mal leído; ¡imposible en el mundo bancario! Luego te enteras que es cuñado del primo-hermano de la querida de un importante Jefe (es un supuesto, ¡claro!, pero no lejano a la realidad).
¿Dónde está su rentabilidad y su poder?
¡Clarísimo: en una legislación claramente antiliberal! (podría ser justificada si su oferta de créditos fuera menos onerosa que la bancaria y ¡¡¡ya es justificar!!!).
¿Su obra social?... se queda reducida legalmente a aportar el 50% de sus beneficios a Reservas. Carallo, y ¿el resto?.. Su rentabilidad tras impuestos es, de per se, un 23% superior a la Banca.
Algo cruje cuando esas ventajas no tienen una clara justificación social. ¡Clara, pero que muy clara!
Los eufemismos del Presidente de la CECA para que se les permita competir en igualdad de condiciones (¡qué cinismo!) con los Bancos, son razonables siempre que lo hagan con igual legislación.
Pero la espuria incidencia del tratamiento legal de unos y otros es lo que da lugar a tanta perturbación en el mundo empresarial, vital para una nación: el de la producción (algo que hasta los políticos olvidan).
Nacidas con la amortización de Mendizábal como Montes de Piedad (¡buen adjetivo!) se creó una red justificada en tiempos en los que nadie hacía nada y menos el Estado.
Su actual competencia con el mundo financiero es ventajista y subsidiaria del mundo legislativo (político, naturalmente).
En el año 2004 las entidades componentes de la CECA tuvieron unos beneficios tras impuestos de aproximadamente 4.200 millones de euros (unos setecientos mil millones de pesetas). ¿Es lícito que lo reinviertan en el mundo industrial sometido a las reglas de la competencia, sin más explicaciones (para lo positivo y para lo negativo)?, o ¿deberían hacerlo en Obra Social?
Ahí queda la pregunta: ¿es obra social que la Caixa se hiciera con el poder de Gas Natural, y ahora pretenda hacerlo con Endesa?
No, naturalmente, NO.
Pero supongamos que sí lo es; cabe otra pregunta: con un objetivo social ¿se puede invadir otros terrenos con manifiesta hostilidad? ¿Es la hostilidad una función social?
Está claro que una Caja, con su componente social, si aprecia que crea disfunciones sociales, su obligación es retirarse. Lo demás sólo puede ser interpretado como ansia de poder; pero no de la institución, sino de sus directivos y consejeros.
En palabras más simples: la legislación debería impedir a las Cajas el mercadeo de OPAs hostiles en cualquier circunstancia en las que no se justifique claramente un bien social.
1 comentario
jose -
¿Puede opar quién no puede ser opado?