ZAPATERO RIMA CON EMBUSTERO
Cuando Zapatero acabó su ronda de contactos previa al debate del plan Ibarreche en el Congreso, muchos dijimos que algo no encajaba. Y es que no era posible que saliesen por igual contentos de La Moncloa Rajoy, y Llamazares, y ERC. Ya entonces concluimos algunos que, con toda probabilidad, el engañado era Rajoy, que había caído en una trampa para elefantes en la que, siendo honestos, debíamos admitir que no pudio evitar caer. En efecto: si el líder de la oposición acude a hablar con el presidente del Gobierno, y éste le acepta todos sus planteamientos y compromete con él un acuerdo para defender la legalidad, el líder opositor no puede hacer otra cosa que congratularse, por mucho que sospeche que, con perdón por la grosería, se la están metiendo doblada.
Los síntomas del engaño no tardaron en asomar. De hecho, el propio Zapatero no dió la cara para confirmar el acuerdo. Luego, cuando apenas Rajoy había doblado la esquina, vinieron las declaraciones de los partidos radicales asegurando que el presidente les había garantizado que no habría frente común con el PP. A continuación, el discurso melifluo de Zapatero en el pleno sobre el plan. Acto seguido, las sonrisas y palmadas en la espalda entre los líderes socialistas y los peneuvistas en los pasillos de la Cámara.
Ahora sabemos además que Zapatero se reunió en secreto (perdón, en discreto) con el presidente del PNV en fechas inmediatas al pleno y a sus reuniones con Rajoy y con Ibarreche. Pero nada dijo a Rajoy de ese encuentro. ¿Qué tenía que hablar el presidente con Imaz de forma tan discreta que ni el líder de la oposición, con el cual se comprometió, lo supiese? Cuando se trató (o eso se supone) de decirle a Ibarreche que no, el encuentro se anunció a bombo y platillo. Si con Imaz fue distinto, será porque la conclusión también sería distinta.
Definitivamente, Zapatero rima con embustero. Nos está engañando a todos, y no solo a Rajoy. A los ciudadanos españoles en general e incluso, y muy especialmente, a sus correligionarios vascos. ¿Cuánto tiempo le durará la bula para mentir compulsivamente?
Los síntomas del engaño no tardaron en asomar. De hecho, el propio Zapatero no dió la cara para confirmar el acuerdo. Luego, cuando apenas Rajoy había doblado la esquina, vinieron las declaraciones de los partidos radicales asegurando que el presidente les había garantizado que no habría frente común con el PP. A continuación, el discurso melifluo de Zapatero en el pleno sobre el plan. Acto seguido, las sonrisas y palmadas en la espalda entre los líderes socialistas y los peneuvistas en los pasillos de la Cámara.
Ahora sabemos además que Zapatero se reunió en secreto (perdón, en discreto) con el presidente del PNV en fechas inmediatas al pleno y a sus reuniones con Rajoy y con Ibarreche. Pero nada dijo a Rajoy de ese encuentro. ¿Qué tenía que hablar el presidente con Imaz de forma tan discreta que ni el líder de la oposición, con el cual se comprometió, lo supiese? Cuando se trató (o eso se supone) de decirle a Ibarreche que no, el encuentro se anunció a bombo y platillo. Si con Imaz fue distinto, será porque la conclusión también sería distinta.
Definitivamente, Zapatero rima con embustero. Nos está engañando a todos, y no solo a Rajoy. A los ciudadanos españoles en general e incluso, y muy especialmente, a sus correligionarios vascos. ¿Cuánto tiempo le durará la bula para mentir compulsivamente?
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