UN GOBIERNO CON VOCACIÓN DE OPOSICIÓN
Tenemos un gobierno con vocación de oposición. Por varios motivos:por supuesto, porque no esperaba gobernar y les ha pillado en mantillas. No tienen ni idea de qué hacer, ni de cómo cumplir lo que prometieron. Pero también porque la vocación de la izquierda es la agresión, la protesta, la pancarta, la manifestación. Lo llevan en la sangre, y aún desde el gobierno actúan así. Y por último, porque están decididos a asestar el golpe de gracia al único partido de oposición real que existe en España, y ello con la complicidad de los demás socios de gobierno, ya que también a sus fines conviene la destrucción del PP.
Así, actúan y se comportan como si la oposición fuesen ellos. Solo ello explica algunas actitudes como la de que el gobierno esté volcado en la destrucción de la figura de José Mª Aznar, o la de que,por primera vez en la historia de los países democráticos de nuestro
entorno, un gobierno se dedique concienzudamente a demoler toda la obra del anterior ejecutivo. ¿Acaso el PP derogó la ley del aborto, por ejemplo, cuando llegó al poder? El respeto a la obra de anteriores gobiernos es norma básica de la conivencia política democratica. Pero la izquierda no quiere convivencia, sino enfrentamiento, no quiere rivales, sino enemigos, no quiere democrácia, sino régimen.
Desengáñense quienes aún no lo estén: por muchas sonrisas que exhiban, tenemos el gobierno más radicalmente izquierdista de la historia de nuestra democracia. Para disimular eso ante esa parte de su electorado que no es radical de izquierdas, solo les cabe recurrir al linchamiento del PP, espectáculo que siempre distrae a las masas.
Pero el tiempo siempre, siempre da y quita razones. Esperemos, eso sí, que a la derecha todo esto le sirva para aprender algo.
Así, actúan y se comportan como si la oposición fuesen ellos. Solo ello explica algunas actitudes como la de que el gobierno esté volcado en la destrucción de la figura de José Mª Aznar, o la de que,por primera vez en la historia de los países democráticos de nuestro
entorno, un gobierno se dedique concienzudamente a demoler toda la obra del anterior ejecutivo. ¿Acaso el PP derogó la ley del aborto, por ejemplo, cuando llegó al poder? El respeto a la obra de anteriores gobiernos es norma básica de la conivencia política democratica. Pero la izquierda no quiere convivencia, sino enfrentamiento, no quiere rivales, sino enemigos, no quiere democrácia, sino régimen.
Desengáñense quienes aún no lo estén: por muchas sonrisas que exhiban, tenemos el gobierno más radicalmente izquierdista de la historia de nuestra democracia. Para disimular eso ante esa parte de su electorado que no es radical de izquierdas, solo les cabe recurrir al linchamiento del PP, espectáculo que siempre distrae a las masas.
Pero el tiempo siempre, siempre da y quita razones. Esperemos, eso sí, que a la derecha todo esto le sirva para aprender algo.
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