LIBERALISMO Y RELIGIÓN
Muchos de los que critican el liberalismo lo hacen por la apuesta innegable por el individualismo. Resulta que muchos lo hacen desde la postura de la Iglesia Católica y resulta sorprendente puesto que sólo entendiendo la individualidad del hombre se puede entender el mensaje de Cristo.
La idea de pecado, no puede entenderse sin el compromiso individual del hombre con Dios. La bondad, si no naciera desde la predisposición individual para hacer el bien, jamás sería entendida como una acción del bien sino de una coacción de un grupo para con el sujeto para que este haga tal o cual cosa. ¿Dónde queda entonces el sentido de responsabilidad y la libertad que otorga Dios al hombre en el momento mismo de echar del paraíso a Adán y Eva?
En muchas ocasiones, en el momento de esas críticas, se olvidan estos aspectos se sustituye por la posibilidad de que un determinado grupo,imbuido por una idea suprema de bien, no lo voy a negar, traten de imponer a los demás su particular visión del obrar y del hacer.
Supuestamente, dicho bien ha de ser el objetivo de todos con funestas consecuencias para todo aquel que no actúe con arreglo a sus normas. Resulta por tanto paradójico que todo aquel que quiera salvar al hombre desde el cristianismo pretendan hacerlo desde la obligación de
los actos pero no desde la convicción de las almas puesto que será a ésta, al alma, a quien se le hará el juicio sumarísimo para entrar en el Reino de los Cielos. Resulta sorpréndete porque, en muchas ocasiones, tales normas y restricciones acaban por ser justificadas
para que no se perturbe la virtud de aquellos que sí quieren vivir de esa manera virtuosa elegida y la acción de los demás, no haría más que perturbar dicha perfección. ¿Pero si como digo, el alma se salva por la convicción personal, porqué ha de ser alterada por el
ambiente, y porqué se trata de someter a los demás a los dictados del grupo virtuoso?
Pero, con todo esto parece que estoy criticando a la religión Católica, pero no es así. Lo que critico es el hecho de que un determinado grupo pretenda imponer unas formas determinadas de pensar con arreglo a determinados temas, o al ordenamiento básico de la sociedad. En estos casos podemos hablar de la religión musulmana, en la que llevada a influenciar la vida civil impone límites inadmisibles para cualesquiera que hoy en día pretenda ser defensor del modo de vida europeo. De ahí la sorpresa que produce a todos aquellos que vemos actitudes pro-islámicas en partidos de izquierdas.
Resulta tremendamente sorprendente. Eso si, se puede entender, por el mero hecho de que las izquierdas son la forma política de intervención en la sociedad para lograr limitar la libertad del individuo con el fin de alcanzar un supuesto bien mayor basado en un ideario de sociedad alejado de la realidad y tremendamente pernicioso si se lleva a cabo.
A todos aquellos que entendemos la libertad del individuo como valor supremo, y que tratamos de profundizar en el liberalismo, llegamos con facilidad a entender la imposibilidad de tal fin y su peligrosidad. Al igual que las diferentes formas de actuar del individuo resultan potencialmente ofensivas para el virtuoso, también la libertad resulta perniciosa para la sociedad de corte socialista.
El mero hecho de poder elegir a la hora de comprar, a la hora de disfrutar o a la hora de viajar, hace que el ideario de la igualdad del hombre quede fatalmente derribado y elimina de un golpe todo el entramado socialista. El hecho de que cada persona tenga motivaciones
distintas, que tenga ideas distintas gustos distintos hace que todo intento de regular esos aspectos lleve aparejado, indisolublemente, la semilla de la dictadura. Pero no se trata sólo de regular lo puntual, sino cualquier intento de regular las actividades, todo acaba por tener perniciosos efectos en la sociedad, que aunque inicialmente puedan parecer positivas, a la larga, por esa peculiaridad de la personalidad humana, acabarán haciendo que las
regulaciones, necesiten de nuevas regulaciones, para acabar teniendo que imponer normas que al ahogar de manera extrema la libre elección se conviertan en lesivas para los individuos, en perjudiciales para la sociedad. Sin ir mas lejos, toda la reglamentación contractual en
el mundo laboral, acaba por acarrear distorsiones cuyas consecuencias, es muy a menudo contraproducente para el mercado de trabajo. Por que, el mundo del trabajo es, al fin y al cabo un mercado, guste o no guste.
Porque no somos iguales. Ningún hombre es igual a otro. Ningún ser humano tiene los mismos intereses que otro. Todo lo que vaya en contra de esta realidad está condenado al fracaso. La cuestión es, si tal fracaso será de manera mas o menos trágica, si se precisará para
ello mayores o menores sacrificios. Por ello, una vez conseguidas importantes cotas de libertad el esfuerzo mayor ha de ser la lucha por aumentarlas, no cediendo ante impulsos proteccionistas que pretendan mejorar nuestra vida conforme a criterios que nos sean
extraños y que nos impongan grupos organizados.
La idea de pecado, no puede entenderse sin el compromiso individual del hombre con Dios. La bondad, si no naciera desde la predisposición individual para hacer el bien, jamás sería entendida como una acción del bien sino de una coacción de un grupo para con el sujeto para que este haga tal o cual cosa. ¿Dónde queda entonces el sentido de responsabilidad y la libertad que otorga Dios al hombre en el momento mismo de echar del paraíso a Adán y Eva?
En muchas ocasiones, en el momento de esas críticas, se olvidan estos aspectos se sustituye por la posibilidad de que un determinado grupo,imbuido por una idea suprema de bien, no lo voy a negar, traten de imponer a los demás su particular visión del obrar y del hacer.
Supuestamente, dicho bien ha de ser el objetivo de todos con funestas consecuencias para todo aquel que no actúe con arreglo a sus normas. Resulta por tanto paradójico que todo aquel que quiera salvar al hombre desde el cristianismo pretendan hacerlo desde la obligación de
los actos pero no desde la convicción de las almas puesto que será a ésta, al alma, a quien se le hará el juicio sumarísimo para entrar en el Reino de los Cielos. Resulta sorpréndete porque, en muchas ocasiones, tales normas y restricciones acaban por ser justificadas
para que no se perturbe la virtud de aquellos que sí quieren vivir de esa manera virtuosa elegida y la acción de los demás, no haría más que perturbar dicha perfección. ¿Pero si como digo, el alma se salva por la convicción personal, porqué ha de ser alterada por el
ambiente, y porqué se trata de someter a los demás a los dictados del grupo virtuoso?
Pero, con todo esto parece que estoy criticando a la religión Católica, pero no es así. Lo que critico es el hecho de que un determinado grupo pretenda imponer unas formas determinadas de pensar con arreglo a determinados temas, o al ordenamiento básico de la sociedad. En estos casos podemos hablar de la religión musulmana, en la que llevada a influenciar la vida civil impone límites inadmisibles para cualesquiera que hoy en día pretenda ser defensor del modo de vida europeo. De ahí la sorpresa que produce a todos aquellos que vemos actitudes pro-islámicas en partidos de izquierdas.
Resulta tremendamente sorprendente. Eso si, se puede entender, por el mero hecho de que las izquierdas son la forma política de intervención en la sociedad para lograr limitar la libertad del individuo con el fin de alcanzar un supuesto bien mayor basado en un ideario de sociedad alejado de la realidad y tremendamente pernicioso si se lleva a cabo.
A todos aquellos que entendemos la libertad del individuo como valor supremo, y que tratamos de profundizar en el liberalismo, llegamos con facilidad a entender la imposibilidad de tal fin y su peligrosidad. Al igual que las diferentes formas de actuar del individuo resultan potencialmente ofensivas para el virtuoso, también la libertad resulta perniciosa para la sociedad de corte socialista.
El mero hecho de poder elegir a la hora de comprar, a la hora de disfrutar o a la hora de viajar, hace que el ideario de la igualdad del hombre quede fatalmente derribado y elimina de un golpe todo el entramado socialista. El hecho de que cada persona tenga motivaciones
distintas, que tenga ideas distintas gustos distintos hace que todo intento de regular esos aspectos lleve aparejado, indisolublemente, la semilla de la dictadura. Pero no se trata sólo de regular lo puntual, sino cualquier intento de regular las actividades, todo acaba por tener perniciosos efectos en la sociedad, que aunque inicialmente puedan parecer positivas, a la larga, por esa peculiaridad de la personalidad humana, acabarán haciendo que las
regulaciones, necesiten de nuevas regulaciones, para acabar teniendo que imponer normas que al ahogar de manera extrema la libre elección se conviertan en lesivas para los individuos, en perjudiciales para la sociedad. Sin ir mas lejos, toda la reglamentación contractual en
el mundo laboral, acaba por acarrear distorsiones cuyas consecuencias, es muy a menudo contraproducente para el mercado de trabajo. Por que, el mundo del trabajo es, al fin y al cabo un mercado, guste o no guste.
Porque no somos iguales. Ningún hombre es igual a otro. Ningún ser humano tiene los mismos intereses que otro. Todo lo que vaya en contra de esta realidad está condenado al fracaso. La cuestión es, si tal fracaso será de manera mas o menos trágica, si se precisará para
ello mayores o menores sacrificios. Por ello, una vez conseguidas importantes cotas de libertad el esfuerzo mayor ha de ser la lucha por aumentarlas, no cediendo ante impulsos proteccionistas que pretendan mejorar nuestra vida conforme a criterios que nos sean
extraños y que nos impongan grupos organizados.
18 comentarios
enrique -
enrique -
Por ello creo que surge esa realidad a la hora de distinguir entre católico practicante y simplemente folklorista. Quizás, la Iglesia debería replantearse la forma en que reparte los sacramentos y exigir un compromiso mayor. Pero la Iglesia busca la de la salvación de las almas y no puede dejar de prestar dichos sacramentos a los que se acercan a ella aunque estén escasos de fe. ¿Implica ello que sus opiniones son menos válidas porque desconozcamos el número real de fieles practicantes? El derecho a opinar lo tenemos todos y nadie lo otorga. El que molesten las opiniones también es un derecho y si entendemos que en democracia las mayorías son las que legislan, a lo mejor, estamos temiendo que alguien trate de imponer cosas que a nosotros no nos parecen oportunas. Por ello, si limitamos la capacidad de coacción de las mayorías, cualquier mayoría, sobre las minorías, lo mismo estaremos todos mucho más a gusto.
Anónimo -
Por otro lado, se escuda en que los catolicos son mayoria, como un pretexto para avalar sus opiniones. Olvida en el tintero que la inmensa mayoria son "no practicantes", y que ademas se fian mas bien poco de la Iglesia, la cual queda relegada a bautizarlos, casarlos (no a todos) y enterrarlos. El resto de los sacramentos son un puro teatro para alegrar al personal (en terminos del catolico "no practicante").
Asi que, si bien su conclusion es acertada, su linea de razonamiento se me antoja con mas agujeros que un colador.
enrique -
Decir, sin embargo, que tanto los derechos como los deberes, en un estado liberal, entran muchas veces en colisión. A nadie se le puede ocurrir prohibir a una persona a ponerse un pendiente en la lengua, de igualmente que respetando el derecho de los padres a educar es difícilmente aceptable el prohibir a un padre obligar a su hija a llevar velo. Puede chocar la obligación pero es su derecho, lo que no sería su derecho es obligar a una persona adulta.
El debate, por tanto, va encaminado a la colusión entre los derechos de unos y los derechos de otros. Por eso, pregunto, ¿está la Iglesia y sus fieles preparada para defender sus derechos entendiendo que no se pueden imponer sus criterios a todo el mundo?
"Ananima" -
Anónimo -
Algunas veces el Papa, los Obispos...consideran oportuno dar un consejo a los católicos, opinando sobre temas que alguna gente cree que no les compete. Que sea de su competencia o no es algo opinable...si tenemos en cuenta que los católicos vivimos en una sociedad formando parte viva y activa de ella y si consideramos que la religión no solamente es teoría sino que tambien es práctica, que no es sólo una forma de ver la vida sino una forma de vivir...es lógico que lo hagan, y si, para ello, tienen que mostrarse disconformes con un sector de la sociedad, estan en su derecho.
¿No se mostró Cristo disconforme con los mercaderes del templo? disconforme y contundente.
Un saludo,
PD.: no me despido sin repetir tres veces la palabra: boca, boca, boca (mas que ortográfico,mecanográfico)
Anónimo -
El hombre tiene en sus manos su vida y su salvación. Con la "pequeña pega" -todo tiene sus pros y sus contras- de la responsabilidad sobre sus actos que viene incluída con el regalo.
La consciencia de que posee ese don, es fundamental y tambien es importante que el hombre -el católico- sepa como hacer uso de ese don correctamente y a qué se refiere esa responsabilidad sobre sus actos,porque a la verdadera libertad solo se llega desde el conocimiento. Saber, conocer, comprender para poder elegir.
Anónimo -
Cuando la Iglesia habla, en voca de de sus representantes, está adoctrinando a sus prosélitos; su pretensión no es someter sino definir su posición para que sus seguidores tengan referentes.
Hay montones de teorías políticas y algunas religiosas que chocan con los derechos básicos de las personas.
¿Qué derechos conculca la Iglesia?
¿La libertad? No obliga; adoctrina.
¿El derecho a la vida? Lo defiende, desde su inicio hasta el fin y se opone tambien a CUALQUIER acto de violencia de un ser humano contra otro.
enrique -
Por tanto, de acuerdo en que la Iglesia diga lo que tenga que decir, siempre y cuando no intente con ello someter a los demás al criterio suyo.
Esto es esí, porque dentro del respeto a la libertad de cada persona no podemos eliminar el hecho de que hay situaciones en las que una determinada teoría política o religión choca con los derechos básicos de las personas. Y es ahí donde los liberales hemos de defender tales principios.
Por ello, nada que objetar al derecho de unos a manifestar una cosa ni al derecho de los demás a criticarla. De hecho, me parece vergonzosa la actitud de colectivos homosexuales criticando el derecho de la Iglesia a manifestarse contraria al matrimonio homosexual o la adopción, pero no me parece correcto por ninguna de las partes. Que ellos presuman de demócratas me parece indignante si niegan el derecho a opinar. Por lo tanto. Opinemos, no obliguemos a los demás a comulgar con ruedas de molino y, sobre todo, defendamos los derechos fundamentales del individuo. Y ahí, si, con toda la fuerza de la ley.
Anónimo -
La jerarquía eclesiástica está haciendo uso de su derecho a expresarse libremente...y porque representa a un grupo muy grande de ciudadanos ,sus opiniones trascienden. Y por eso mismo, a mucha gente le molesta que opine. Y por tanto mucha gente sin motivo- se siente aludida.
Tomando prestado su ejemplo. Es como si al Barcelona le molestara que el Real Madrid decidiera que la segunda camiseta del equipo fuera negra.
Si esa gente que se siente aludida no fuera consciente de la importancia -por su publicidad y por su autoridad - de los comunicados de la Iglesia , no se molestaría tanto.
En realidad, lo que digan los obispos o el Papa no les importa; lo que les importa es que sus opiniones se publiquen e influyan en la sociedad.. Y eso sí que me parece poco liberal señor Enrique
enrique -
En cuanto a si la Jerarquía de la Iglesia tiene derecho a dar pautas y normas de conducta, he de decirle que si. Pero de la misma manera que el R. Madrid les dice a sus jugadores, que han acordado libremente jugar en dicho equipo, el que la segunda camiseta sea de color nego o azul. Pero el R. Madrid no va a obligar a todos los demás equipos a jugar con uno menos o a ir de rosa.
El hecho de pertenencia a un determinado grupo ha de cuidarse muy mucho de respetar la libertad individual de las personas, y, sobre todo, de aquellas que no les son afines.
La crítica es lícito hacerla, pero pretender someter a la sociedad a sus dictados eliminando el libre albedrío que defendemos los liberales no.
Otra cosa, es que el libre albedrío choque contra los derechos inalienables de la persona. La vida. Entonces, esa parte del Estado que sí consideramos necesaria, ha de actuar para defender a aquellos que son más débiles.
Un Saudo, Enrique
Anónimo -
¿Tiene derecho la jerarquía de la Iglesia dar pautas y normas de conducta -democrática- a sus seguidores? Yo creo que no solamente tiene derecho, sino que es su deber.
Con todo el respeto para las decisiones de los que no estén de acuerdo con mis creencias
enrique -
Por ello, creo, firmemente que el liberalismo nace del cristianismo. El negarlo o el criticarlo no va a favor de mejorar las cosas sino que desde el momento en el que comprendamos que la libertad del hombre, para pecar o no, o para comerciar o no, o para ser empleado o empleador, es estar en contra del derecho natural, si lo vemos desde el pinto de vista cristiano, contra los designios de Dios, y , desgraciadamente, con la semilla de dictadura en su seno. Pero ello no me hace olvidar el que otras personas pueden no estar de acuerdo con mis creencias, o sus creencias y que he de respetar sus decisiones. Los derechos de las personas no pueden estar definidos por unas creencias determinadas sino por aceptar el que las personas tenemos derechos inherentes que todos hemos de preservar.Por tanto ¿cómo se lleva a cabo lo que Ud. manifiesta en su escrito?
enrique -
Por tanto, de lo que se trata es que, dejando claro que creemos en la democracia, es decir en el gobierno de la mayoría, de lo que se trata es de encontrar un marco de convivencia, reflejado en una legislación adecuada que defienda los derechos de las minorías.
Anónimo -
¿Y dónde está el compromiso?
En la religión Católica no se impone nada, pero es lógico que se den unas normas con respecto a determinados temas o al ordenamiento básico de la sociedad. Normas que sólo conciernen a los católicos. Y que sólo pueden molestarles a ellos. Y si a un católico no le gustan, tiene varias opciones: dejar de ser católico, o seguir siendo católico y no cumplirlas-según su conciencia-,o intentar influir para que sean cambiadas.
Anónimo -
La "particular visión de obrar y hacer" no es nada particular. Y no se a que "demás" se refiere.¿Los "demás" son los "demás cristianos" o los "demás no cristianos"? Es importante matizar, porque, lo que obliga a los cristianos ¿que mas le da a los demás no cristianos?.
No es -o ya no es- por imposición por la que un creyente actúa "bien" o con arreglo a esas normas sino porque quiere aceptarlas. Hoy ya no se obliga a nadie a declararse cristiano. Uno es católico porque le da la gana. y, al declararse católico, acepta esas normas y adquiere libremente un compromiso con la Iglesia. Un compromiso de vida, de actos y de formación -y también de proselitismo- por convicción y no por las "funestas consecuencias que podrían derivarse del no cumplimiento de las normas, que, por otro lado, no veo yo que sean tan funestas -en pocas religiones las faltas son tan fácilmente redimibles, en pocas religiones hay tanta comprensión para los incumplimientos individuales de las normas.
Anónimo -
Una vez aceptada esta premisa, los cristianos, gente a la que les une un mismo Dios, junto a una parecida forma de ver la vida, la organización de su sociedad, sus leyes y la educación que desean para sus hijos e incluso para la sociedad en la que viven, entienden que es necesario organizarse, crear unas directrices, normas y jerarquías que les faciliten vivir ese cristianismo que profesan.
Anónimo -