LA "SOLEDAD" DE MAS DE OCHOCIENTAS MIL PERSONAS
(Crónica apresurada de un testigo de la manifestación del 4 de Junio de 2005)
Un viejísimo chiste contaba que por la Gran Vía madrileña iban 50.000 gallegos llorando y cuando se les preguntaba que por qué lloraban contestaban ¡es que nos hemos perdido!
A los "expertos" de la delegación del gobierno en Madrid, indignamente dirigida por el obediente Constantino Méndez, también se les han perdido unas seiscientas u ochocientas mil personas en la histórica tarde del 4 de Junio, pero, al contrario que en el chiste, nadie lloraba, ni eran exclusivamente gallegos, sino vascos, navarros, leoneses, extremeños, madrileños, valencianos y de todos los rincones de España quienes caminando ordenadamente a lo largo de una avenida de más de tres kilómetros de largo, han expresado repetida y contundentemente lo que pensaban de este gobierno, del miserable del alto comisionado, de la embustera Ser y del hipócrita ZP al que, a partir de ahora, le ha brotado un nuevo y merecido logotipo que seguramente hará las delicias de sus asesores de imagen:
«zETAp»
Los que hemos participado durante tres horas en el acontecimiento nos sentimos satisfechos por haber cumplido con nuestra conciencia exigiendo justicia, dignidad y mostrando repulsa hacia las mentiras con las que nos pretenden manipular, pero a la vez dolidos e indignados por el clamoroso abandono de los titiriteros del "talante" y la cobardía moral del supuestamente encargado por el gobierno para velar por las víctimas del terrorismo.
¿Y qué decir de los intelectuales y artistas "de salón y pancarta" que no podían poner en peligro las cuantiosas subvenciones y prebendas que reciben, pagadas entre otros miles por los que estábamos allí?
Solamente entre la multitud atisbé el rostro de un actor de raza, modesto en su trayectoria pero eficaz profesional; Manolo Zarzo, que quedará singularizado en mi memoria por su gesto. Y cómo no agradecer al PP haber sido el único partido político oficialmente presente en todos sus estamentos ¡Qué solos deberían ver desde Ferraz y la Moncloa a Mariano Rajoy y a José María Aznar rodeados de cientos de miles de personas!
Y, sobre todo, la sorpresa de que los peligrosos fachas y la extrema derecha feroz residual en la sociedad española, enemigos de la democracia (popular por supuesto) se hubieran "travestido" misteriosamente en cientos de miles de personas normales y corrientes, con sus hijos pequeños en sus cochecitos o a hombros de sus padres, en adolescentes limpios sin "rastas" ni pañuelos palestinos (¡sorprendente!) llevando las banderas de España y de todas - ¡todas!- las comunidades, también en una inusual proporción de abuelos y abuelas a veces renqueantes y necesitados de ayuda. Hombres y mujeres de una España real que sistemáticamente se nos oculta y niega en las pantallas de las televisiones, porque se pretende ahogar su voz y enterrarla de forma abyecta en la sima de la oscuridad y el olvido. Para así tener las manos libres sucias de porquería y de sangre inocente con las que firmar la rendición ante los asesinos y conservar así el trono del poder, sustentado sobre los cadáveres de los muertos, para la eterna condenación de sus responsables que también tendrán que dar cuenta ante la Historia, situados junto a Don Rodrigo, Bellido Dolfos, Bertrán de Duglescín y otros conspicuos y siniestros personajes.
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Un viejísimo chiste contaba que por la Gran Vía madrileña iban 50.000 gallegos llorando y cuando se les preguntaba que por qué lloraban contestaban ¡es que nos hemos perdido!
A los "expertos" de la delegación del gobierno en Madrid, indignamente dirigida por el obediente Constantino Méndez, también se les han perdido unas seiscientas u ochocientas mil personas en la histórica tarde del 4 de Junio, pero, al contrario que en el chiste, nadie lloraba, ni eran exclusivamente gallegos, sino vascos, navarros, leoneses, extremeños, madrileños, valencianos y de todos los rincones de España quienes caminando ordenadamente a lo largo de una avenida de más de tres kilómetros de largo, han expresado repetida y contundentemente lo que pensaban de este gobierno, del miserable del alto comisionado, de la embustera Ser y del hipócrita ZP al que, a partir de ahora, le ha brotado un nuevo y merecido logotipo que seguramente hará las delicias de sus asesores de imagen:
«zETAp»
Los que hemos participado durante tres horas en el acontecimiento nos sentimos satisfechos por haber cumplido con nuestra conciencia exigiendo justicia, dignidad y mostrando repulsa hacia las mentiras con las que nos pretenden manipular, pero a la vez dolidos e indignados por el clamoroso abandono de los titiriteros del "talante" y la cobardía moral del supuestamente encargado por el gobierno para velar por las víctimas del terrorismo.
¿Y qué decir de los intelectuales y artistas "de salón y pancarta" que no podían poner en peligro las cuantiosas subvenciones y prebendas que reciben, pagadas entre otros miles por los que estábamos allí?
Solamente entre la multitud atisbé el rostro de un actor de raza, modesto en su trayectoria pero eficaz profesional; Manolo Zarzo, que quedará singularizado en mi memoria por su gesto. Y cómo no agradecer al PP haber sido el único partido político oficialmente presente en todos sus estamentos ¡Qué solos deberían ver desde Ferraz y la Moncloa a Mariano Rajoy y a José María Aznar rodeados de cientos de miles de personas!
Y, sobre todo, la sorpresa de que los peligrosos fachas y la extrema derecha feroz residual en la sociedad española, enemigos de la democracia (popular por supuesto) se hubieran "travestido" misteriosamente en cientos de miles de personas normales y corrientes, con sus hijos pequeños en sus cochecitos o a hombros de sus padres, en adolescentes limpios sin "rastas" ni pañuelos palestinos (¡sorprendente!) llevando las banderas de España y de todas - ¡todas!- las comunidades, también en una inusual proporción de abuelos y abuelas a veces renqueantes y necesitados de ayuda. Hombres y mujeres de una España real que sistemáticamente se nos oculta y niega en las pantallas de las televisiones, porque se pretende ahogar su voz y enterrarla de forma abyecta en la sima de la oscuridad y el olvido. Para así tener las manos libres sucias de porquería y de sangre inocente con las que firmar la rendición ante los asesinos y conservar así el trono del poder, sustentado sobre los cadáveres de los muertos, para la eterna condenación de sus responsables que también tendrán que dar cuenta ante la Historia, situados junto a Don Rodrigo, Bellido Dolfos, Bertrán de Duglescín y otros conspicuos y siniestros personajes.
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