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MANIFESTACIONES DE FACHAS

MANIFESTACIONES DE FACHAS Juan Manuel de PradaPremio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa correspondiente a 2004.

COMO todo el mundo sabe, en España se celebran dos tipos de manifestaciones: las que se convocan, auspician o promueven desde la izquierda y las manifestaciones de fachas. Para que una manifestación sea considerada de fachas ni siquiera es preciso que sea convocada, auspiciada o promovida desde la derecha; basta con que la izquierda decida no acogerla bajo su benéfica égida. Naturalmente, si usted participa en una manifestación bendecida por la izquierda se convierte ipso facto en un dechado de virtudes cívicas; si, por el contrario, se le ocurre participar en una manifestación que no cuente con su nihil obstat, engrosa automáticamente la hez social. En una manifestación bendecida por la izquierda, usted puede enarbolar banderas preconstitucionales sin rebozo, puede corear consignas energúmenas y extrañas a la convocatoria; también puede desfogarse vituperando a cualquier político conservador que se le pase por las mientes, apedrear las sedes de su partido y hasta liarse a mamporros con cualquier despistado señor de derechas que pase por allí. En cambio, en una manifestación que no haya sido bendecida por la izquierda dará exactamente igual que usted no enarbole banderas preconstitucionales, dará exactamente igual que se limite a corear consignas respetuosas y congruentes con la convocatoria, dará exactamente igual que se comporte intachablemente y que el vituperio no ensucie sus labios; incluso se arriesga a que a la mañana siguiente le envíen unos policías a casa, acusándole de alguna violencia fantasmagórica. Y es que, por el mero hecho de participar en una manifestación que no ha sido bendecida por la izquierda, usted se ha convertido en un facha irredento, nostálgico de la caverna, a quien conviene señalar con el dedo y colgar el sambenito de indeseable.

De nada servirán los llamamientos de las organizaciones que convocan la manifestación del próximo día 4 de junio: aunque sea más pacífica que la procesión del Corpus (otra manifestación de fachas, por cierto), aunque ninguno de los asistentes ostente símbolos franquistas, no variará su calificación. Será una manifestación de fachas, porque así lo ha decidido la izquierda, que es quien reparte discrecionalmente bulas y anatemas en el cotarro nacional. La izquierda ha logrado investirse de una suerte de supremacía moral casi que nadie discute (y quien se atreve a hacerlo es inmediatamente tildado de facha); o, si se prefiere, ha logrado trasladar sobre quien no se aviene a comulgar con sus postulados (ni siquiera hace falta que se trate estrictamente de un adversario político) una conciencia de pecado original, una «culpa ontológica» que nunca logrará sacudirse, por mucho que se empeñe. Este chollo ideológico de la izquierda, sustentado sobre un maniqueísmo grosero, admite expresiones rocambolescas que no soportan el análisis racional. Así, por ejemplo, para Gaspar Llamazares, el mero hecho de que Rajoy haya decidido acudir a título personal a la manifestación «evidencia que desea rentabilizarla». De nada sirve que la facción política que capitanea Rajoy haya concedido a sus militantes libertad absoluta para participar o abstenerse de hacerlo: al tratarse de una manifestación de fachas, esto es, no bendecida desde la izquierda, se presume que la derecha manipuladora la utiliza para crispar. Por supuesto, las manifestaciones promovidas en fechas recientes desde la izquierda eran muestras espontáneas de la sacrosanta voluntad popular.

Estas son las reglas del juego. Si usted las acepta, se le concederá misericordiosamente la condición de ciudadano respetable; de lo contrario, será expulsado a las tinieblas exteriores. Comulgue con ruedas de molino, hombre, y quédese en casita, mientras los fachas desfilan por las calles.

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