EL ESTADO NO SE RESPONSABILIZA DE LA MUERTE DE INOCENTES
En una conversación en el foro sobre el tema de la eutanasia y el aborto, se planteó la cuestión de los problemas que, a veces se originan en nuestra conciencia, cuando nos encontramos ante un caso realmente dramático, que enfrenta nuestras convicciones con la incertidumbre de no saber lo que haríamos en la hipótesis de ser nosotros mismos los protagonistas de uno de esos dramas, apuntando la posibilidad de que los principios morales absolutos de debilitan en cuanto nos enfrentamos con esas excepciones.
Todos tendemos a pensar que las excepciones son mas frecuentes de lo que en realidad son...esos casos dramáticos son aislados.
Nuestras dudas no son acerca de nuestros principios sino que dudamos de nosotros mismos y eso, socialmente, carece de importancia.
No sabemos si, en caso de verdadera necesidad,-que nosotros o nuestras familias no tuviéramos ni para comer, por ejemplo-, seríamos capaces de robar y no por ello pedimos que se legalice el hurto o el robo; tampoco sabemos, si en un caso de peligro para nuestra vida o integridad o la vida o integridad de los nuestros, seríamos capaces de matar y no por ello pretendemos que se legalice el homicidio.
No hay nada absoluto en un principio moral o ético o legal...en todos se puede contemplar la excepción..."no hay norma sin excepción". Pero las excepciones no son generales y las normas si.
En el tema del aborto, hay excepciones, hay casos en que la vida es demostrable y científicamente inviable. La cuestión se complica cuando se nos endosa la responsabilidad de tener que precisar cuando esas carencias son lo suficientemente graves como para que una persona no merezca vivir.
Pero ¿no es injusto que la sociedad nos arroje a la cara el derecho de poder decidir sobre la vida o la muerte de un ser humano? Estas cuestiones no deberíamos ni planteárnoslas. Es cierto que todos podríamos matar ....pero, hasta hace poco -a no ser que estuviéramos mentalmente enfermos- se asesinaba con la consciencia de que se actuaba contra la ley y con el conocimiento del riesgo de que ésta cayera con todo su peso sobre nosotros.
El problema es que la ley ampare esta forma de homicidio, que nos planteemos la muerte de otros seres humanos como una opción mas para solucionar nuestros problemas
Todos tendemos a pensar que las excepciones son mas frecuentes de lo que en realidad son...esos casos dramáticos son aislados.
Nuestras dudas no son acerca de nuestros principios sino que dudamos de nosotros mismos y eso, socialmente, carece de importancia.
No sabemos si, en caso de verdadera necesidad,-que nosotros o nuestras familias no tuviéramos ni para comer, por ejemplo-, seríamos capaces de robar y no por ello pedimos que se legalice el hurto o el robo; tampoco sabemos, si en un caso de peligro para nuestra vida o integridad o la vida o integridad de los nuestros, seríamos capaces de matar y no por ello pretendemos que se legalice el homicidio.
No hay nada absoluto en un principio moral o ético o legal...en todos se puede contemplar la excepción..."no hay norma sin excepción". Pero las excepciones no son generales y las normas si.
En el tema del aborto, hay excepciones, hay casos en que la vida es demostrable y científicamente inviable. La cuestión se complica cuando se nos endosa la responsabilidad de tener que precisar cuando esas carencias son lo suficientemente graves como para que una persona no merezca vivir.
Pero ¿no es injusto que la sociedad nos arroje a la cara el derecho de poder decidir sobre la vida o la muerte de un ser humano? Estas cuestiones no deberíamos ni planteárnoslas. Es cierto que todos podríamos matar ....pero, hasta hace poco -a no ser que estuviéramos mentalmente enfermos- se asesinaba con la consciencia de que se actuaba contra la ley y con el conocimiento del riesgo de que ésta cayera con todo su peso sobre nosotros.
El problema es que la ley ampare esta forma de homicidio, que nos planteemos la muerte de otros seres humanos como una opción mas para solucionar nuestros problemas
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